Como comentábamos en los artículos sobre los mandalas, la obra del artista británico Andy Goldsworthy, representa uno de los mejores ejemplos actuales. Leyendo el blog «El jardín cerrado» me entero que próximamente colocará una de sus instalaciones en el Palacio de Cristal, en el madrileño Parque del Retiro (del 2 de Octubre hasta el 21 de Enero del 2008).
Goldsworthy «se va a los bosques», y con materiales que éstos le brindan construye en ellos obras efímeras, en las que los propios elementos van actuando libremente hasta reintegrarse de nuevo en su entorno. Fija su obra a través de la fotografía, para después abandonarla a la lógica interna de la materia que la compone y a la de los agentes externos que van modificándola.
“Lo que intento hacer no es forzar, sino más bien permitir que las fuerzas existentes fluyan hacia la obra. Así que si llueve o hay viento, uso el viento, uso la lluvia, en lugar de tratar de oponer resistencia a estos elementos. Intento trabajar con ellos y ver los problemas como, en realidad, lo más interesante del trabajo. A veces, precisamente lo que ha sido un problema al hacer la obra, resulta ser lo más interesante. Y no debo combatirlo, debo trabajar con ello. Pero inevitablemente hay momentos en los que parece que estoy intentando forzar, y esos momentos son errores. Puedo ser muy perseverante —tengo que serlo para crear las obras—, pero la línea que separa la imposición de la perseverancia es muy fina. Y a veces simplemente no funciona como yo tenía pensado”
Entiendo que la obra de Andy Goldsworthy refleja muy bien la filosofía Feng Shui, recordándonos la temporalidad de las cosas, el cambio constante y como consecuencia enseñándonos el despego necesario …
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