Hace unos días os comentaba sobre uno de los proyectos en los que estoy embarcada en la actualidad, «La Posada del Dragón». Este fin de semana se nos ocurrió realizar una fiesta en el edificio aunando el culto oriental al dragón con la noche de San Juan, de nuevo dos tradiciones muy similares con orígenes culturales bien diferentes.
Es cierto que la fiesta popular de la noche de San Juan es una de mis favoritas, me parece mágica, es una fiesta de transformación, es la noche del fuego y el agua, de dejar atrás lo viejo, lo antiguo, lo que no nos ha servido hasta ahora para dejar sitio a lo nuevo. El dragón es un animal mitológico cuyas alas representan el vuelo y sus escamas el renacimiento, lo que se suponía que se representaba en los rituales chamánicos como la muerte y el renacimiento. Este concepto de renovación, de cambio, de dejar sitio a lo nuevo desprendiéndonos de lo viejo, de lo que ya no sirve, es un principio básico para el entendimiento y aplicación de la técnica de Feng Shui.
Por otra parte, el dragón representa la dualidad entre el ego y el ser. Desde el punto de vista occidental el dragón se representa como algo externo a nosotros, en la cultura católica representa al demonio. Quizá la mayor tradición sobre dragones se encuentre en Alemania, en este sentido me acuerdo de la ópera de Wagner, Sigfrido, en cuya trama se cuenta como este se convierte en héroe derrotando al dragón, gracias a no conocer el miedo y consiguiendo así el apreciado anillo del dragón. No me resisto a escuchar un poquito de su música…
Es en la metáfora de esta historia en donde encontramos el sentido del dragón en la tradición oriental. El dragón que habita en nosotros mismos, representando nuestra naturaleza dual, que una vez entendida da paso a la esencia, a la joya. Así lo describía Confucio, cuentan que fue a visitar a Lao Tse y cuando volvió les comentó a sus discípulos:
«Sé que los pájaros pueden volar, los peces nadar y los animales correr. Para cazar a los que corren hay que usar una red, para los que nadan, una caña de pescar y para los que vuelan, un arco y una flecha. Pero cuando un dragón asciende a los cielos, camina por el viento y nada a través de las nubes, sé que no existe manera de atraparle. Hoy he conocido a Lao Tse, que es tanto hombre como dragón»
Maru Canales
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